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Página:Comedias - El trato de Argel - El cerco de Numancia (1922).pdf/175

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leonicio

Sosiega, Marandro, el pecho;
vuelve al brío que tenías;
quizá que por otras vías
se ordena nuestro provecho,
y Júpiter soberano
nos descubra buen camino
por do el pueblo numantino
quede libre del romano,
y en dulce paz y sosiego
de tu esposa gozarás,
y la llama templarás
de aquese amoroso fuego;
que para tener propicio
al gran Júpiter tonante,
hoy Numancia en este instante
lo quiere hacer sacrificio.
Ya el pueblo viene y se muestra
con las víctimas e incienso.
¡Oh, Júpiter, padre inmenso,
mira la miseria nuestra!

Apártense a un lado, y salen dos numantinos vestidos como sacerdotes antiguos, y han de traer asido de los cuernos en medio un carnero grande, coronado de oliva y otras flores, y un paje con una fuente de plata y una toalla, y otro con un jarro de agua, y otros dos con dos jarros de vino, y otro con otra fuente de plata con un poco de incienso, y otros con fuego y leña, y otro que ponga una mesa con un tapete donde se ponga todo lo que hubiere en la comedia, en hábitos de numantinos;