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de nuestra muerte, en humo ha de tornarse,
y en llamas vivas nuestra muerte y gloria.
sacerdote segundo
Pues debe con el vino ruciarse
el sacro fuego, dad acá ese vino
y el incienso también ha de quemarse.
Rocía el fuego con el vino a la redonda, y luego pone el incienso en el fuego, y dice:
Al bien del triste pueblo numantino
endereza, ¡oh gran Júpiter!, la fuerza
propicia del contrario amargo sino.
Ansí como este ardiente fuego fuerza
a que en humo se vaya el sacro incienso,
así se haga al enemigo fuerza
para que en humo, eterno padre inmenso,
todo su bien, toda su gloria vaya,
ansí como tú puedes y yo pienso;
tengan los Cielos su poder a raya,
ansí como esta víctima tenemos,
y lo que ella ha de haber él también haya.
sacerdote primero
Mal responde el agüero; mal podremos
ofrecer esperanza al pueblo triste,
para salir del mal que poseemos.
Hácese ruido debajo del tablado con un barril lleno de piedras, y dispárese un cohete volador.