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de todo su saber, y sepa cuánto
nos promete de mal la lastimera
suerte, que ha vuelto nuestra risa en llanto.
Vanse todos, y quedan Marandro y Leonicio.
marandro
Leonicio, ¿qué te parece?
¿Han remedio nuestros males
con estas buenas señales
que aquí el Cielo nos ofrece?
¡Tendrá fin mi desventura
cuando se acabe la guerra,
que será cuando la tierra
me sirva de sepoltura!
leonicio
Marandro, al que es buen soldado
agüeros no le dan pena,
que pone la suerte buena
en el ánimo esforzado,
y esas vanas apariencias
nunca le turban el tino:
su brazo es su estrella o sino;
su valor, sus influencias.
Pero si quieres creer
en este notorio engaño,
aun quedan, si no me engaño,
experiencias más que hacer,
que Marquino las hará,