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tiene de ser. Envíala; ¿qué esperas?
¿Esperas a que hable con más veras?
¿No desmovéis la piedra, desleales?
Decid, ministros falsos: ¿qué os detiene?
¿Cómo no me habéis dado ya señales
de que hacéis lo que digo y me conviene?
¿Buscáis con deteneros vuestros males,
o gustáis de que ya al momento ordene
de poner en efeto los conjuros
que ablanden vuestros fieros pechos duros?
Ea, pues, vil canalla mentirosa;
aparejaos al duro sentimiento,
pues sabéis que mi voz es poderosa
de doblaros la rabia y el tormento.
Dime, traidor esposo de la esposa [1]
que seis meses del año a su contento
está, sin duda, haciéndote cornudo:
¿por qué a mis peticiones estás mudo?
Este yerro, bañado en agua clara
que el suelo no tocó en el mes de mayo,
herirá en esta piedra, y hará clara
y patente la fuerza de este ensayo.
Ya parece, canalla, que a la clara
dais muestras de que os toma cruel desmayo.
¿Qué rumores son éstos? ¡Ea, malvados,
- ↑ Proserpina.