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¿Qué es esto? ¿No respondes? ¿No revives?
¿Otra vez has gustado de la muerte?
Pues yo haré que con tu pena avives
y tengas el hablarme a buena suerte.
Pues eres de los míos, no te esquives
de hablarme, responderme; mira, advierte
que, si callas, haré que con tu mengua
sueltes la atada y enojada lengua.
Espíritus malignos, ¿no aprovecha?
Pues esperad: saldrá el agua encantada,
que hará mi voluntad tan satisfecha
cuanto es la vuestra pérfida y dañada;
y aunque esta carne fuera polvos hecha,
siendo con este azote castigada,
cobrará nueva aunque ligera vida,
del áspero rigor suyo oprimida.
Alma rebelde, vuelve al aposento
que pocas horas ha desocupaste.
Ya vuelves, ya lo muestras, ya te siento,
qué al fin a tu pesar en él te entraste.
Cese la furia del rigor violento
tuyo, Marquino; baste, triste, baste
lo que yo paso en la región obscura,
sin que tú crezcas más mi desventura.