mas pues nuestros disinios descubiertos
han sido, y es locura aventurarnos,
amados hijos y mujeres nuestras,
nuestras vidas serán de hoy más las vuestras [1].
Sólo se ha de mirar que el enemigo
no alcance de nosotros triunfo o gloria;
antes ha de servir él de testigo
que apruebe y eternice nuestra historia;
y si todos venís en lo que digo,
mil siglos durará nuestra memoria,
y es que no quede cosa aquí en Numancia
de do el contrario pueda hacer ganancia.
En medio de la plaza se haga un fuego,
en cuya ardiente llama licenciosa
nuestras riquezas todas se echen luego,
desde la pobre a la más rica cosa;
y esto podréis tener a dulce juego
cuando os declare la intención honrosa
que se ha de efectuar después que sea
abrasada cualquier rica presea.
Y para entretener por algún hora
la hambre que ya roe nuestros huesos,
haréis descuartizar luego a la hora
esos tristes romanos que están presos,
y sin del chico al grande hacer mejora,
repártanse entre todos, que con ésos
será nuestra comida celebrada
por España, cruel, necesitada.
- ↑ Sin embargo, según Appiano, Cararino salió de Numancia y llegó a pedir auxilio a los arévacos, que se lo negaron.