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¿Qué tálamo has de esperar
de quien está en tal extremo,
que te aseguro que temo
antes de un hora expirar?
Mi hermano ayer expiró,
de la hambre fatigado;
mi madre ya ha acabado,
que la hambre la acabó;
y si la hambre y su fuerza
no hay remedio ni salud,
es porque la juventud
contra su rigor me esfuerza;
pero como ha tantos días
que no le hago defensa,
no pueden contra su ofensa
las débiles fuerzas mías.
marandro
Enjuga, Lira, los ojos;
deja que los tristes míos
se vuelven corrientes ríos,
nacidos de tus enojos;
y aunque la hambre ofendida
te tenga tan sin compás,
de hambre no morirás
mientras yo tuviere vida.
Yo me ofrezco de saltar
el foso y el muro fuerte,
y entrar por la misma muerte
para la tuya excusar.