Esta página ha sido corregida
208
ansí que, mi dulce amor,
despide ese pensamiento,
que yo no quiero sustento
ganado con tu sudor;
que aunque puedas alargar
mi muerte por algún día,
esta hambre que porfía
al fin nos ha de acabar.
marandro
¡En vano trabajas, Lira,
de impedirme este camino,
do mi voluntad y sino
allá me convida y tire!
Tú rogarás entretanto
a los dioses que me vuelvan
con despojos que resuelvan
tu miseria y mi quebranto.
lira
Marandro, mi dulce amigo,
¡ay!, no vais, que se me antoja
que de tu sangre veo roja
la espada del enemigo.
No hagas esta jornada,
Marandro, bien de mi vida,
que, si es mala la salida,
muy peor será la entrada.
Sí, quiero aplacar tu brío;