210
Yo quiero, buen amigo, acompañarte
y en impresa tan justa y tan forzosa
con mis pequeñas fuerzas ayudarte.
¡Oh amistad de mi alma venturosa!
¡Oh amistad no en trabajos dividida,
ni en la ocasión más próspera y dichosa!
Goza, Leonicio, de la dulce vida;
quédate en la ciudad, que yo no quiero
ser de tus verdes años homicida;
yo solo tengo de ir; yo solo espero
volver con los despojos merecidos
a mi inviolable fee y amor sincero.
Pues ya tienes, Marandro, conocidos
mis deseos, que, en buena o mala suerte,
al sabor de los tuyos van medidos,
sabrás que no los miedos de la muerte
de ti me apartarán un solo punto,
ni otra cosa, si la hay, que sea más fuerte.
¡Contigo tengo de ir; contigo junto
he de volver, si ya el Cielo no ordena
que quede en tu defensa allá difunto!
Quédate, amigo; queda enhorabuena,
porque si yo acabare aquí la vida,