en esta impresa de peligros llena,
que puedas a mi madre dolorida
consolarla en el trance riguroso,
y a la esposa de mí tanto querida.
Cierto que estás, amigo, muy donoso
en pensar que en tu muerte quedaría
yo con tal quietud y tal reposo,
que de consuelo alguno serviría
a la doliente madre y triste esposa.
Pues en la tuya está la muerte mía,
segura tengo la ocasión dudosa;
mira cómo ha de ser, Marandro amigo,
y en el quedarme no me hables cosa.
Pues no puedo estorbarte el ir conmigo,
en el silencio de esta noche escura
tenemos de saltar al enemigo.
Lleva ligeras armas, que ventura
es la que ha de ayudar al alto intento,
que no la malla entretejida y dura.
Lleva asimismo puesto el pensamiento
en robar y traer a buen recado
lo que pudieres más de bastimento.
Vamos, que no saldré de tu mandado.