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Página:Comedias - El trato de Argel - El cerco de Numancia (1922).pdf/214

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numantino primero

¡Derrama, dulce hermano, por los ojos
el alma en llanto amargo convertida!
¡Venga la muerte, y lleve los despojos
de nuestra miserable y triste vida!

numantino segundo

Bien poco durarán estos enojos:
que ya la muerte viene apercebida
para llevar en presto y breve vuelo
a cuantos pisan de Numancia el suelo.
Principios veo que prometen presto
amargo fin a nuestra dulce tierra,
sin que tengan cuidado de hacer esto
los contrarios ministros de la guerra.
Nosotros mesmos, a quien ya es molesto
y enfadoso el vivir que nos atierra,
hemos dado sentencia irrevocable
de nuestra muerte, aunque cruel, loable.
En la plaza mayor ya levantada
queda una ardiente y cudiciosa hoguera,
que, de nuestras riquezas menistrada,
sus llamas suben a la cuarta esfera.
Allí, con triste priesa acelerada
y con mortal y tímida carrera,
acuden todos, como santa ofrenda,
a sustentar las llamas con su hacienda.
Allí las perlas del rosado oriente,
y el oro en mil vasijas fabricado,