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Mi voluntad sana y justa
recíbela con amor,
que es la comida mejor
y de que el alma más gusta.
Y pues en tormenta y calma
siempre has sido mi señora,
¡recibe este cuerpo agora,
como recibiste el alma!
Cáese muerto, y recógele en las faldas o regazo Lira.
lira
¡Marandro, dulce bien mío!
¿Qué sentís, o qué tenéis?
¿Cómo tan presto perdéis
vuestro acostumbrado brío?
Mas, ¡ay triste, sin ventura,
que ya está muerto mi esposo!
¡Oh caso el más lastimoso
que se vió en la desventura!
¿Qué os hizo, dulce amado,
con valor tan excelente,
enamorado y valiente,
y soldado desdichado?
Hicistes una salida,
esposo mío, de suerte
que, por excusar mi muerte,
me habéis quitado la vida.
¡Oh pan de la sangre lleno
que por mí se derramó!
¡No te tengo en cuenta, no,