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aunque quien me maldice a veces yerra,
pues no sabe el valor de esta mi mano,
sé bien que en todo el orbe de la tierra
seré llevada del valor hispano
en la dulce ocasión que estén reinando
un Carlos, y un Felipo, y un Fernando.
Si ya la hambre, nuestra amiga querida,
no hubiera tomado con instancia
a su cargo de ser fiera homicida
de todos cuantos viven en Numancia,
fuera de mí tu voluntad cumplida
de modo que se viera la ganancia
fácil y rica quel romano hubiera,
harto mejor de aquella que se espera.
Mas ella, en cuanto su poder alcanza,
ya tiene tal al pueblo numantino,
que de esperar alguna buena andanza,
le ha tomado las sendas y el camino;
mas de el furor la rigurosa lanza,
la influencia del contrario sino,
le trata con tan áspera violencia,
que no es menester hambre ni dolencia.
El furor y la rabia, tus secuaces,
han tomado en su pecho tal asiento,
que, cual si fuese de romanas haces,
cada cual de su sangre está sediento.
Muertos, incendios, iras, son sus paces;
en el morir han puesto su contento,