Síguelo tú también, Jugurta amigo.
Mas sigámosle todos.
Mas sigámosle todos.No conviene
al oficio que tienes esta impresa.
Sosiega el pecho, general, y espera
que Mario vuelva, o yo, con la respuesta
de lo que pasa en la ciudad soberbia.
Tened bien esa escala. ¡Oh cielos justos!
¡Oh cuán triste espectáculo y horrendo
se me ofrece a la vista! ¡Oh caso extraño!
Caliente sangre baño todo el suelo;
cuerpos muertos ocupan plaza y calles.
Dentro quiero saltar y verlo todo.
Sin duda que los fieros numantinos,
del bárbaro furor suyo incitados,
viéndose sin remedio de salvarse,
antes quisieron entregar las vidas
al filo agudo de sus propios hierros
que no a las vencedoras manos nuestras,
aborrecidas de ellos lo posible.
Con uno solo que quedase vivo