en este pueblo, en polvo reducido;
todo el huir los pactos y conciertos,
ni el dar a sujeción jamás oído,
sus iras, sus rancores descubiertos,
está en mi pecho solamente unido.
Yo heredé de Numancia todo el brío;
ved, si pensáis vencerme, es desvarío.
Patria querida, pueblo desdichado,
no temas ni imagines que me admire
de lo que debo ser de ti engendrado,
ni que promesa o miedo me retire,
ora me falte el suelo, el cielo, el hado,
ora vencerme todo el mundo aspire;
que imposible será que yo no haga
a tu valor la merecida paga.
Que si a esconderme aquí me trujo el miedo
de la cercana y espantosa muerte,
ella me sacará con más denuedo,
con el deseo de seguir tu suerte;
de vil temor pasado, como puedo,
será la enmienda agora osada y fuerte,
y el temor de mi edad tierna inocente
pagaré con morir osadamente.
Yo os aseguro, ¡oh fuertes ciudadanos!,
que no falte por mí la intención vuestra
de que no triunfen pérfidos romanos,
si ya no fuere de ceniza nuestra.
Saldrán conmigo sus intentos vanos,
ora levanten contra mí su diestra,
o me aseguren con promesa incierta
a vida y a regalos ancha puerta.
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