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Tened, romanos, sosegad el brío,
y no os canséis en asaltar el muro;
con que fuera mayor el poderío
vuestro, de no vencerme estad seguro.
Pero muéstrese ya el intento mío,
y si ha sido el amor perfecto y puro
que yo tuve a mi patria tan querida,
asegúrelo luego esta caída.
¡Oh! ¡Nunca vi tan memorable hazaña!
¡Niño de anciano y valeroso pecho,
que, no sólo a Numancia, mas a España
has adquirido gloria en este hecho;
con tal vida y virtud heroica extraña,
queda muerto y perdido mi derecho!
Tú con esta caída levantaste
tu fama y mis vitorias derribaste.
Que fuera viva y en su ser Numancia,
sólo porque vivieras me holgara;
tú solo me has llevado la ganancia
desta larga contienda, ilustre y rara;
lleva, pues, niño, lleva la ganancia
y la gloria que el cielo te prepara,
por haber, derribándote, vencido
al que, subiendo, queda más caído.