Saavedra, soldado cautivo; Leonardo, cautivo; Yzuf, amo de Aurelio; Aurelio; Sebastián, muchacho cautivo.
En la veloz carrera, apresuradas
las horas del ligero tiempo veo,
contra mí con el cielo conjuradas.
Queda atrás la esperanza, y no el deseo,
y así la vida dél, la muerte della,
el daño, el mal aumentan que poseo.
¡Ay dura inicua, inexorable estrella!
¡Cómo de los cabellos me has traído
al terrible dolor que me atropella!
El llanto en tales tiempos es perdido,
pues si llorando el cielo se ablandara,
ya le hubieran mis lágrimas movido.
A la triste fortuna alegre cara
debe mostrar el pecho generoso:
que a cualquier mal buen ánimo repara.
El cuello enflaquecido, al trabajoso
yugo de esclavitud amarga puesto,
bien ves que a cuerpo y alma es peligroso;