desnuda, mal armada, que no tiene
en su defensa fuerte muro o roca.
Cada uno mira si tu armada viene,
para dar a los pies el cargo y cura
de conservar la vida que sostiene.
De la esquiva prisión amarga y dura,
adonde mueren quince mil cristianos,
tienes la llave de su cerradura.
Todos, cual yo, de allá puestas las manos,
las rodillas por tierra, sollozando,
cerrados de tormentos inhumanos,
poderoso señor, te están rogando
vuelvas los ojos de misericordia
a los suyos, que están siempre llorando;
y pues te deja ahora la discordia,
que tanto te ha oprimido y fatigado,
y amor en darte sigue la concordia,
haz, ¡oh buen rey!, que sea por ti acabado
lo que con tanta audacia y valor tanto
fué por tu amado padre comenzado.
El solo ver que vas pondrá un espanto
en la bárbara gente, que adivino
ya desde aquí su pérdida y quebranto.»
¿Quién duda que el real pecho begnino
no se muestre, oyendo la tristeza
donde están estos míseros contino?
Mas ¡ay! ¡Cómo se muestra la bajeza
de mi tan rudo ingenio, pues pretende
hablar tan bajo ante tan alta alteza!
Mas la ocasión es tal, que me defiende.
Pero a todo silencio poner quiero,
Página:Comedias - El trato de Argel - El cerco de Numancia (1922).pdf/33
Apariencia
Esta página ha sido corregida
31
