la Otra se ase del cielo;
y aunque corra tal fortuna
que espante al cuerpo y al alma,
como si estuviera en calma,
no hay desasirse la una.
Sin hierro al hierro ligado,
el siervo de Dios se hallaba,
y en su cuerpo atado estaba
espíritu desatado.
El cuerpo no se rodea,
que le ata más de un cordel;
mas el espíritu dél
todos los cielos pasea.
La canalla, que se enseña
a hacer nueva crueldad,
trajo luego cantidad
de seca y humosa leña,
y una espaciosa corona.
hicieron luego con ella
dejando encerrada en ella
la santa humilde persona;
y aunque no tienen sosiego
hasta verle ya expirar,
para más le atormentar
encienden lejos el fuego.
Quieren, como el cocinero
que a su oficio más mirase,
que se ase y no se abrase
la carne de aquel cordero.
Sube el humo al aire vano,
y a veces le da en los ojos;
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