Esta página ha sido corregida
44
belleza y honestidad.
No pueden prometimientos
ablandar su duro pecho.
Veme en lágrimas deshecho,
y ofrece siempre a los vientos
cuantos servicios la he hecho.
No hecha de ver su ventura,
ni cómo el dolor me apura
poco a poco sospirando;
antes, cuando yo más blando,
entonces ella más dura.
A casa quiero traella
y reclinar en tu mano
mi gozo más soberano;
quizá tú podrás movella,
siendo, como ella, cristiano,
y desde aquí te prometo
que, si conduces a efecto
mi amorosa voluntad,
de darte la libertad
y serte amigo perfecto.
aurelio
En todo lo que quisieres
he, señor, de complacerte,
por ser tu esclavo y por verte
que melindres de mujeres
te tengan de aquesa suerte.
¿De qué nación es la dama
que te enciende en esa llama
sin mirar a su interés?