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al que tiene con qué y el modo ignora
cómo llegar al punto deseado,
porque esta gente, do bondad no mora,
no dió jamás palabra que cumpliese,
como falsa, sin ley, sin fe y traidora.
Guardará por su Dios al interese,
y do éste no interviene, no se espere
que por sola virtud bondad hiciese.
Aquí en diverso traje ves que muere
el ministro de Dios, y por su oficio
más abatido es, peor se quiere,
y el mancebo cristiano al torpe vicio
es dedicado desta gente perra,
do consiste su gloria y ejercicio.
¡Oh cielo santo! ¡Oh dulce, amada tierra!
¡Oh Silvia! ¡Oh gloria de mi pensamiento!
¿Quién de tu alegre vista me destierra?
Pero, si no me engaño, pasos siento.
Yzuf, mi amo, es éste que aquí viene.
¡Cuán ajeno de sí le trae el tormento!
Quien con amor amargo se entretiene,
y al duro yugo de su servidumbre
el flaco cuello ya inclinado tiene,
si del cielo no viene nueva lumbre
que aquella ceguedad de los sentidos
con claros rayos de razón alumbre,
todos estos remedios son perdidos: