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MANUEL MANQUILEF

He ahí, pues, el oríjen de este modesto trabajo.

La raza araucana no tiene nada escrito; su historia, sus costumbres i sus ritos han pasado de jeneracion a jeneracion por la tradicion trasmitida de padre a hijo.

Avaluar la importancia de la tradicion al lado de la historia escrita, resulta un tanto inexacto; pero tratándose de la sencillez habitual del indio, aparece desnuda de todas las modificaciones tan peculiares en otras fuentes de investigacion moderna. Reconociéndole este alcance, pude apreciar el valor de la frase lanzada, miéntras ensayaba una partida de chueca, Afkilpe aukantun duņu, aukantun meu, piam, yeņenolu ta che «que no se concluya el conocimiento del juego, pues por él, se dice, la jente fue invencible». El entusiasmo fué tanto que, despues de numerosas investigaciones practicadas en distintos puntos de la Araucanía, me dieron el material que presento bajo del epígrafe de jimnasia nacional.


El tópico de la jimnasia nacional, segun nuestro humilde modo de pensar, jamas habria pasado inadvertido por los que verdaderamente aman i estudian a un pueblo. Lo estimo así, porque en la jimnasia está la base de la defensa i del saber; está el desarrollo del cuerpo i la manifestacion del espíritu. La jimnasia, en una palabra, en su desarrollo corporal «es el fundamento del desarrollo racional de la voluntad i de las demas facultades del alma».

Pero bien se sabe que «solo el que ama a un pueblo es capaz de penetrar en las reconditeces de su alma [1]» i para descubrir lo que ocultamente pasa de jeneracion a jeneracion se necesita haber heredado esa sangre, esas costumbres i esos sentimientos innatos de raza.

Podrian ser los escritores del araucano conocedores de su idioma, pero no del sentimiento íntimo. Baste decir que mu-

  1. De una carta que don Julio Vicuña Cifuentes dirijió al autor para darle instrucciones sobre el modo de recopilar romances.