Página:Compendio de la Historia de la Ciudad de Guatemala Tomos I - II.pdf/176

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
—168—

la Gomera, Religioso Franciscano. En este Colegio había escuela de primeras letras: dos clases de Gramática, en que tambien se enseñaba Retórica: una de Filosofía; y dos de Teología. Hacia el año de 1690 fundaron los Religiosos de la Compañía el Colegio de San Francisco de Borja, para la educacion de la juventud, que era servido por dos Padres. Y el de 1767 se concluyó una muy decente casa de ejercicios, contigua al Colegio. En éste habitaban por lo comun doce Religiosos, que se empleaban en la Regencia de las Cátedras, en el confesonario, á que daban continua asistencia, en predicar los sermones, pláticas morales y doctrinales, que habia todos los domingos. Habiendo sido expelidos de los dominios de España estos Regulares, el año de 1767, se encomendó su Iglesia y el Colegio de San Borja al Señor Dean de esta Santa Iglesia Catedral, quien cuidó de uno y otro hasta la ruina de Guatemala, en que se extinguieron. En este Colegio de San Lucas florecieron muchos varones insignes en santidad y letras. Como el Padre Manuel Lobo, famoso por haber sido Director del V. Pedro de Betancurt. El Padre Francisco Xavier Solchaga, cuyas virtudes, literatura y bellas prendas corren impresas para la edificacion comun. El Padre Juan Ceron, Religioso ejemplar y zeloso Misionero, que cojió copiosos frutos de su predicacion en la provincia de Honduras; y que mereció celebrasen los Angeles con alegres músicas su vuelta á Guatemala, como lo oyó la estática Matrona Doña Ana Guerra. El Padre José Antonio Zepeda, natural de esta Ciudad y último Rector de su Colegio de San Lucas, cuya vida, escrita por el Padre Juan Luis Maneiro, se imprimió en Bolonia, año de 1792.

El quinto, es el de Religiosos Agustinos. Tuvo principio este Convento por los años de 1610, en que vino á esta Ciudad el Padre Fr. Francisco de Ibarra, á solicitar la fundacion de una Casa de su Orden; y habiendo allanado todas las dificultades y conseguido las licencias necesarias, se volvió á Méjico, donde en el capitulo que celebró la Provincia del Dulcísimo Nombre de Jesús, el año de 1611, se aceptó el Convento, se dió el Patronato á Don Manuel de Esteves, que habia ofre-