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Garcia. El primero, descendiente de Don Juan de Betancurt, á quien la Reina Doña Catarina, madre del Rey Don Juan el segundo, hizo merced del dominio de las Canarias, en atencion á haberlas descubierto y conquistado. Estos dieron á Pedro tan cristiana educacion, como se coligo de su santa vida. Siendo como de veinte y cuatro años de edad, se sintió tan fuertemente movido á dejar su patria, padres y parientes, que hubo de obedecer al impulso que creyó ser sobrenatural. Embarcóse en una nao que hacia viage para la Habana. En esta Ciudad trató de buscar embarcacion para el Continente y habiéndosele dicho que habia una pronta á hacerse á la vela para el puerto de Honduras, con mercaderías para la Ciudad de Guatemala, esclamó lleno de alborozo: A esa Ciudad quiero ir, porque con interior júbilo y superior fuerza, me sinto inclinado á caminar á ella, luego que le he oido nombrar: siendo esta la vez primera que oigo su nombre.

Luego que llegó á su amada Guatemala, se arrodilló sobre un puente que está á la entrada de la Ciudad y besó la tierra con afectuosas espresiones. Deseaba nuestro Pedro con ansia ascender á la dignidad del Sacerdocio: con este designio comenzó á cursar las clases de gramática; mas aunque el Señor lo dotó de grande entendimiento, era tal la infelicidad de su memoria, que por mas esfuerzos que hizo no pudo dar un paso en el camino de las letras. Perdidas las esperanzas de hacer progresos en esta carrera, despues de tres años de fatigas, salió de la Ciudad en solicitud de ocasion de padecer martirio. Llegó al pueblo de Petapa: aquí encontró una devota Imágen de Nuestra Señora: postróse en su presencia, representóle sus desconsuelos y la Soberana Madre lo consoló, hablándole sensiblemente por medio de su simulacro y mandándole se regresase á Guatemala, pues este era el sitio que Dios le tenia destinado para sus espirituales adelantamientos. Vuelto á la Ciudad, con permiso de su Padre espiritual, tomó el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y se retiró á la Ermita del Calvario, que está á cuidado de la citada Orden Tercera. Aqui soltó el V. Pedro, la