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año de 1625 la Religion de San Francisco, hallaron en el Convento de Aracaeli, un lienzo en que estaban pintados los tres Mártires de la Taguzgalpa, con los instrumentos de su martirio y les refirieron los Religiosos de aquel Convento, que el mismo dia que murieron por la fé los citados Varones en el Reino de Guatemala, apareció el espresado lienzo en el Sacro palacio. El sesto Religioso del Convento de San Francisco, que rubricó su fé con la sangre de sus venas, fué el V. P. Fr. Cristóval Flores. Nació este ilustre mártir de Jesucristo en la Ciudad de Guatemala, por los años de 1586, de familia noble. Tomó el hábito de San Francisco, el de 1605, y se dió á la virtud con tal fervor, que edificó en gran manera á sus hermanos: no teniendo los Prelados mas que hacer con Fr. Cristóval, que irle á la mano en sus austeridades. Envióle la obediencia de Procurador á España y en el camino fué apresado por unos corsarios y llevado á Argel. En esta ciudad, no dejando de eshortar á los cristianos á la perseverancia y de anunciar el Evangelio á los mahometanos, un dia en que con mas fervor predicaba la ley de Dios, se enfurecieron de tal manera contra él los moros, que dándole muchos golpes con los alfanges, lo hicieron pedazos, sin cesar de predicar á Jesucristo, hasta que le falló la vida. Ciñó la corona del martirio este ínclito Confesor de la fé, el jueves santo del año de 1627.

Muchos sin duda han sido los Religiosos ilustres en santidad que han florecido en los conventos de Nuestra Señora de la Merced, [1] el de Agustinos, el de


  1. Por una relacion impresa en Sevilla, el año de 1677, se supo que el V. P. Fr. Diego de la Cerda, natural de Guatemala, é hijo de este Convento de Nuestra Señora de la Merced, hallándose en Constantinopla, resucitó un muerto en presencia del Gran Señor Alí Mahometo: este portento que convirtió á nuestra santa Fé cuatro Bajaes y nueve Genízaros y que debía conciliarle la mayor veneracion de aquel Soberano; por el contrario enfureció de tal suerte al Sultan, que mandó atar al Santo Confesor de Jesucristo á cuatro potros, que en el instante lo despedazaron, el año de 1676.