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generalmente para morir, declaró, para gloria de Dios, que no había hallado en el alma de su Siervo cosa que llegase á culpa mortal.

Aunque en el estado secular no podremos proponer Varones Apostólicos, ni hombres estáticos, como los que hemos mencionado hasta aqui; pero si podremos mostrar, para ejemplo y edificacion de todos, muchos personages que ejercitaron con fortaleza las virtudes propias de dicho estado; y que en medio de las prosperidades temporales, conservaron un corazon humilde y caritativo, no dejándose deslumbrar del esplendor de la gloria mundana, ni dominar del oro ó de la plata. Tales han sido, entre otros, el Caballero Gaspar Arias Dávila, que por los años de 1529, se encargó de la fábrica del Convento de San Francisco, en la Ciudad Vieja y gastó en ella 1000 ducados de su caudal.—El caritativo Antonio Justiniano, de quien se refiere, que habiéndole el Señor prosperado y enriquecido sobre manera, lejos de ensoberbecerse, como sucede frecuentemente en el mundo, era tan humilde que no se desdeñaba de asistir á los entierros, sin distincion de personas; y tan caritativo, que á nadie que le pedia prestado se negaba, y á ninguno ejecutó por dependencia. Este noble Caballero dió 30000 pesos para el Colegio de la Compañía de Jesus de Guatemala y fundó una capellanía, para que se dijese una misa á las doce del dia, todos los dias de fiesta, en el altar de Nuestra Señora del Socorro.—El piadoso Alonso de Cuellar, que destinó su casa y hacienda, para el edificio del Convento de Santa Catarina Mártir de esta Ciudad.—El generoso Don Juan de Langarica, Caballero del Orden de Calatrava, que dedicó todos sus bienes para la fábrica del Colegio de Cristo Crucificado de esta Capital.—Asi mismo el noble Guatemalteco Don Pedro Cabrejo, cuyo caudal ascendía á 94,000 pesos y lo destinó todo para obras pías.—Finalmente, ha sido hombre memorable el Señor Marques Don Juan Fermin Aycinena, no tanto por haber fundado el Marquesado de Aycinena, el único título de Castilla que tiene esta Metrópoli; cuanto porque en medio de su grandeza, mantuvo un corazon humilde y un tra-