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to afable para todos; y porque lejos de hacerse esclavo de sus tesoros, los espendía con profusion en alivio de los necesitados.

Se estrañará sin duda, que en este catálago no se haya hecho mencion de alguna persona del devoto sexo; mas esto no ha sido por falta de Matronas ilustres en santidad, sino por no tener noticias individuales de ellas. Son ciertamente muchos los santos ejemplos que nos roban á la vista las paredes de los claustros; é innumerables las virtudes heróicas que se ocultan en los Monasterios. Apénas sabemos los nombres de algunas Religiosas que han muerto con fama de santidad, como son en el Convento de la Concepcion, la M. Josefa de Santa Maria, que murió el año de 1657, y nueve años despues se halló su cuerpo incorrupto. La M. Gregoria de Flores, persona muy favorecida de Dios, y que murió en grande opinion de santidad, el año de 1790. En el Monasterio de Santa Catarina Mártir, su V. Fundadora la M. Elvira de San Francisco, que habiendo dado ejemplo de todo género de virtudes a sus hermanas, por el largo espacio de 37 años que las gobernó, llena de méritos pasó á la vida eterna el año de 1646. En el de Carmelitas Descalzas la M. Josefa Estrada y la M. Cecilia Ortiz, Religiosas de eminente santidad. En el de Santa Clara, su ilustre Fundadora la M. Mirada de la Concepcion y la M. Ana Maria Loyola, una y otras personas de rara virtud. En el de Capuchinas, la M. Serafina Ortiz, que ilustrada de Dios con visiones, locuciones y otros dones sobrenaturales, murió santamente por los años de 1776. Ni han faltado en el estado secular Matronas sobresalientes en virtud. Sabemos que el año de 1617 y los siguientes renunciaron las galas, vistieron el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y entablaron una vida virtuosa y ejemplar, personas de la primera nobleza de Guatemala: tales fueron Doña Maria de Toledo, Doña Magdalena Dávalos, Doña Ana Estrada y Doña Francisca Castilla. Tambien tenemos noticia, que el año de 1732 murió la Hermana Juana Dávila, Beata de Nuestra Señora de la Merced, muger muy penitente: asegúrase que en cuarenta años no