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noche, y dos días después, dando de repente sobre Polopó y pasasando contra Toliman, recuperó estas plazas y volvió brevemente á las campañas de Atitan. Siguió sus huellas Balam-Acan con sus tropas, hasta ponerse á vista del ejército de los Zutugiles, que regia el Cacique Chichiactulú: provocólo al combate, encendióse una y otra vez la batalla, y cayendo muchos del tercio de Chichiactulú, vino Zutugilebpop en su socorro y acometió al escuadron de los Quichées, á un mismo tiempo por el frente, por los costados y por las espaldas, con el mayor esfuerzo, intentando romperlo; pero no pudo contrarestar el valor y resistencia de los Quichées en mas de hora y media de combate: apretábanlos por todos lados los Zutugiles; mas los Quicbées, auxiliados de los Kachiqueles, resistían con bizarría por todas partes. Balam-Acan andaba aleroso y diligente, conduciendo en sus andas, animando y exhortando á los suyos; mas á este tiempo, embistiendo Zutugilebpop al ejército enemigo por un costado, con una tropa de 10,000 lanceros, hizo cejar á los Quichées por aquella parte y perdiendo pié los conductores de las andas del Balam-Acan, que acudia al reparo, dieron con él en tierra y cargado de multitud de Zutugiles, quedó muerto.

Asegura Don Juan Macario que en esta memorable batalla murieron 14,000 indios de una y otra parte. Fue el Rey Balam-Acan, en opinion de los escritores de su estirpe, digno de mas larga vida y de mejor suerte, porque era de entendimiento capacísimo, de animo generoso, de espíritu superior, de entrañas misericordiosas y uno de los mas valerosos y prudentes generales de su tiempo. Nótasele del demasiado aprecio que hacia de su persona y de suma delicadeza en punto de honor: pues, á la verdad, el desliz de Zutugilebpop no era motivo para tanto escándalo: si este Principe hubiera robado á las infantas para abusar de ellas, tendría razon Balam-Acan de darse por agraviado; pero siendo para sentar á la una en el trono de Atitan y para casar á la otra con uno de los primeros Señores de su corte, parece que era disimulable el desacato de sacarlas robadas del palacio. Sin embargo, el sentimiento