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De esta suerte, subiendo por grados al trono, se conseguía que los Reyes siempre fuesen provectos en edad y cargados de méritos y muy esperimentados, asi en lo político como en lo militar. Pero si alguno de estos cuatro Señores se advertía ser inútil, quedaba en aquel primer puesto hasta su muerte y entraba al grado superior el pariente mas cercano.

El Consejo Supremo del Monarca del Quiché se componía de veinte y cuatro grandes, con quienes consultaba el Rey para el acierto de los negocios politicos y militares. Estos consejeros gozaban de grandes honras y privilegios, y eran los que llevaban en hombros las andas del Emperador, cuando salia de su palacio; pero también eran severamente castigados cuando cometían algun delito. Estaba á cargo de estos magnates la administración de justicia y la recaudación de la Real Hacienda.

Tenia este Monarca, en los pueblos principales de su imperio, Tenientes que gozaban de grande honor y rentas y suprema autoridad; escepto los casos y negocios que eran contra los Ahaus,[1] que estos se remitían al Supremo Consejo. Pero si estos Tenientes se deslizaban y cometían algún esceso, eran brevemente depuestos y severamente castigados; y por el contrario, si gobernaban con rectitud y prudencia, no dando motivo de queja á los subditos, eran perpetuados en los puestos y engrandecidos con mayores honores y sus hijos atendidos y muchas veces sucedían á los padres en los puestos.

Mas estos Tenientes del Rey ó Corregidores de los partidos tenían sus Consejos en las cabeceras. Y á mas de esto, asi en éstos, como en el gran Consejo, cuando se ofrecían negocios de mucha gravedad, si el asunto era perteneciente al bien público, se llamaban á los Cabezas de Capul, para tomar sus pareceres: si se trataba de materias de guerra, se consultaban aquellos Capitanes mas esperimentados.

Y es de advertir, que á estos oficios de Tenientes y


  1. Asi llaman los indios á sus grandes, nobles y ancianos.