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de maiz delgada y cocida en un comal ó plancha de barro, y este es su alimento mas ordinario, sazonándola con un poco de chile y sal: tambien hacen ciertos hollos de maiz, envueltos en hojas, que llaman tamal: y estos mismos, cuando los rellenan con carne y chile, les dicen nacatamal. Hacen tambien el maiz una poción que llaman atole, y éste se hace hasta de diez maneras diversas, que las distinguen con nombres acomodados á su composición, como istatole, jocoatole, nectinatole y otros.

En sus visitas usan unas arengas muy largas, con muchas repeticiones; y cuando llevan á sus hijos á las visitas, guardan éstos un perfecto silencio. Es la gente mas observante del secreto y antes se dejaran matar que revelarlo. Si se les pregunta alguna cosa, siempre responden quizas si, y nunca acertivamente. Hacen gran confianza de los españoles y si éstos se hospedan en sus casas, se las entregan con sus muebles y todo lo que tienen, con la mayor satisfacción; pero son desconfiadisimos de los negros, de suerte que es bastante para que no imaginen un camino, que sepan que por él anda no negro. Son importunos en sus negocios y especialmente los correos: estos, desde que entregan la carta que traen, se arriman á un poste, enfrente de la puerta de la pieza donde habita la persona á quien va dirigida, sin que se aparten de alli hasta que los despachan. Son muy amigos del calor: en la pieza donde viven tienen fogón: el sol les gusta y los baños en aguas termales. Son muy dados á la embriaguez. Igualmente son muy propensos é inclinados á la superstición; y no referimos en especie la multitud de sus abusos, por no alargar demasiado este capítulo.



CAPITULO 6.º
De la variedad de lenguas que se hablan en este Reino é inconvenientes que de esto se siguen.

Los habitadores del Imperio Mejicano, aunque no hablen la leügua castellana, pero todos ó los mas hablan