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el que trabajare con los indios los domingos y fiestas principales, tenga pena de tres pesos: 8ª que el vecino que no estuviere las pascuas en la ciudad, pague diez pesos: 9ª que el español que después del Evangelio de la misa estuviere fuera de la Iglesia, pague tres pesos. Encuentranse en los referidos Cabildos otras disposiciones, en orden á la policia y buen gobierno de la ciudad, dignas de imitarse: en Cabildo de 26 de Mayo de 1528 se manda, que el que trajere yeguas ó potros ó puercos por las calles los pierda ó pague un peso de oro para la fabrica de la Iglesia: en el de 30 de Junio del mismo año, que ninguno eche basura en las calles, pena de un peso de oro: en el de 22 de Agosto del espresado aǹo, que el que encontrare, puercos en los maizales de los indios los pueda matar. Tambien hicieron una acta muy util para la buena crianza de los indios, en Cabildo de 4 de Enero de 1539: en ella ordenan que los encomenderos traigan á sus casas á los niños, hijos de los señores de sus encomiendas, y los instruyan en la doctrina cristiana. Omitimos otras por escusar prolijidad. En el capiturlo siguiente daremos la historia de la Santa Iglesia de Chiapa.

Como la ciudad se fué aumentando, se fueron tambien fundando conventos de Religiosos: el primero fué el de Nuestra Señora de la Merced y este es el primer Convento que tuvo dicha Religión en el continente Americano. Porque aunque desde que se comenzó á conquistar esta cuarta parte del orbe, vinieron muchos Religiosa Mercedarios; los mas no vinieron en forma de Comunidad, sino como particulares enviados por su General á cobrar las mandas de redención. Por esta razón no fundaron de pronto conventos en las primeras ciudades, como Méjico y Lima. Débese al celo del Ilustrísimo Señor Don Francisco Marroquin, el que se erigiesen en Ciudad Real y Guatemala: como este V. Prelado no dejase piedra por mover, para proveer de Ministros su vasta diócesis, habiéndose ido á consagrar á la ciudad de Méjico, con lágrimas y ruegos consiguió, que viniesen cuatro religiosos. Mercedarios, y al pasar por Ciudad Real quedaron el P. Fr. Pedro Bar-