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de valor el jóven Monasterios, que causaron admiración al pirata; pero, hallándose herido, con solo cinco soldados y la Capitana tan maltratada, que no admitió reparo, hubo de rendirse, quedando prisionero. Esta tragedia fué uno de los motivos que estimularon al Presidente á solicitar otro puerto; mas como el nuevo puerto no estuviese fortificado el año de 1607, cuando volvió el Capitán Monasterios, hubo de esperimentar este valiente Capitán otro asalto de los corsarios, en Puerto Caballos, donde estando para cargar sus navios fueron estos acometidos de doce urcas holandesas: no se acobardó el valeroso Monasterios con tan improviso asalto: dispuso prontamente sus naves para la defensa, é hizo la mas valiente resistencia, sin embargo de hallase tan inferior en fuerzas: trabóse reñido combate, con tanto ardor de una parte como de otra, que no se terminó sino con el dia: renovóse la batalla el dia siguiente y se continuó por otros nueve dias y hubiera seguido por mas tiempo; pero habiendo los nuestros echado á pique una de las urcas y destrozado las otras, de modo que casi se hallaban sin arboladura, escarmentado con su desastre, hubo de retirarse el enemigo. Para no verse en semejante lance, tomó á su cargo el Capitán Monasterios la fortificación del puerto de Santo Tomas, levantó sobre peñascos vivos una plataforma y la coronó con siete piezas de artillería, que quitó de sus navios, quedando de esta suerte bastantemente fortificado y mas resguardado que Puerto Caballos, el puerto de Santo Tomas. Pero, aunque tenia estas ventajas el referido puerto, no pudo hacerse en él por mucho tiempo la descarga de las embarcaciones; porque siendo el terreno en estremo estéril, se morían las mulas del tragin. Por este motivo se trasladó el desembarcadero de las naos al puerto del Golfo Dulce, al O. del de Santo Tomás, (véase el trat. 1º del tom. 1º fol. 42). Este puerto estuvo sin fortificación, hasta que el Presidente Don Diego de Avendaño lo mandó fortificar, por los años de 1646; y muerto el Presidente, acabó el fuerte el Oidor Decano Don Antonio de Lara Mogrobejo, motivo porque se llamó el Castillo de San Felipe de Lara. Mas este presidio tuvo muy poca duración; porque estando