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sidad de pasar á mas sangrientas operaciones; y fué mayor su júbilo cuando advirtieron que continuándose la prosperidad á la voz y fama de esta victoria, todos los lugares del contorno de la laguna vinieron rendidos, con presentes de oro y mantas, á dar la obediencia á S. M. Recibió á estos nuevos vasallos del Rey de Castilla Don Pedro de Alvarado, con el agrado y sagacidad que acostumbraba; y por medio de su intérprete les dio á conocer las ventajas que sacarían de permanecer fieles á dicho Monarca y abrazar con todas veras la religión cristiana. Y tratando este caudillo de volverse á Guatemala, para mantener en sujeción aquella comarca, levantó un buen presidio en que dejó 418 hombres y por Cabos principales á Héctor de Chaves y Alonso del Pulgar. Desde este tiempo han estado sujetos á los Españoles los indios Zutugiles, permaneciendo fieles, aun cuando se sublevaron los Quichées y Kachiqueles.




CAPITULO 7.º
De la conquista de los pueblos del valle de Sacatepequez.

Aunque Sinacám, Rey de los Kachiqueles, dió espontáneamente la obediencia al Emperador Carlos V, pero los pueblos de su jurisdicción no todos siguieron el ejemplo de su Monarca; pues muchos y entre ellos los de este valle de Sacatepequez, no solo no se sujetaron á los españoles, sino que sacudiendo el yugo de su Señor natural, quedaron libres é independientes) (M. S. Kachiquel, folio 5). Ni paró en esto su osadía; pues comenzaron á infestar los países de los pueblos sugetos, robándose las indias y los indizuelos guardianes de las milpas y sacrificando á sus ídolos los corazones de aquellos niños inocentes. Cansados de sufrir tantas vejaciones los Caciques de Xinacó, Sumpango y otros, hicieron una embajada á los sublevados, diciéndoles que ellos obedecían á unos hombres hijos del sol, (asi llamaban á los Españoles) y que dejasen de hostilizarlos, porque de lo contrario darían noticia á sus amigos los hijos del sol, que mataban y he-