do paso por muchas celadas de indios, hacían la retirada para Guatemala. Caminando los Españóles para Chichicastenango, les salieron á embarazar el paso 5,000 indios guerreros de Uspantan, con los que se trabó reñida batalla, en que dejando los nuestros por despojos al enemigo el peso de vituallas y fardaje por salvar las personas, marcharon con gran fatiga y trabajo hasta Utatlan, hambrientos y enfermos de disenteria y graves calenturas.
Avisado Francisco de Orduña del infeliz éxito de esta jornada, quiso enmendar el yerro; mas no le fué posible hacerlo de pronto, porque como estaban los miembros de esta República dividos en bandos, y los mas de ellos eneonados contra el mismo Orduña, por la afrenta y agravio hecho á Gaspar Arias, no pudo formar de nuevo las conductas. Mas como este Visitador se considerase mal visto de la nobleza y no muy grato á la plebe y la conciencia le avisase que por su causa se había perdido la empresa de Uspantan, no hallaba camino que tomar; hasta que atrayendo á su partido al Tesorero Francisco de Castellanos, persona de valor y de gallardo espíritu, comunicado el intento de la conquista de Uspantan, le nombró Cabo principal de la facción y publicó la jornada haciendo saber que salia á ella en persona, para asi estimular al vecindario a que se alistase; pero no le salió bien su idea: porque arbolado el estandarte, solo pudo juntar la diligencia de Castellanos 40 infantes y 32 caballos, que con 400 indios Tlaxcaltecas y Mejicanos, regidos por ocho cabos Españoles salieron para Uspantan. Marchó el ejército hasta Chichicastenango: de donde haciendo alto, les hizo Orduña embajada á los indios de Uspantan: penetraron los mensajeros con muchas dificultades y peligros hasta el espresado pueblo, y dando á entender el fin de su jornada á los principales cabezas de aquella República, estos no solo no aceptaron las proposiciones de paz que se les hacian, sino que contra el derecho de gentes dieron muerto á los emisarios. Sabido por los nuestros este atentado, se determinó hacerles la guerra, hostilizándolos hasta verlos reducidos; y asi partió prontamente Francisco de