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y combinaciones diarias, que lo mantendrían en crisis perpetua.
¿Qué parte le corresponderá á la juventud, que ha sido estrepitosamente convocada, en esa escena? ¿Será para iniciarla en la vida pública con el espectáculo de sacerdotes tirando dardos sobre la túnica de la nación y las provincias, y distribuyéndose las partes de un botín que aún no han conquistado? ¿Y para llegar á esto se le ha hablado de principios, de instituciones y libertades, y se le ha pedido altivez y energía?
No. Cien veces preferible sería cerrarle las puertas del templo y ahorrarle tan tempranos desengaños y decepciones, capaces de marchitar para siempre sus primeras y más caras ilusiones!