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168 ISONDÚ


58.

Sotileza.

Silda, la huérfana, fué recibida en casa de los Mo- cejón, y en cu..nto a cómo fué tratada, lo sabrá quien quiera leer lo que va a continuación.

Por de pronto no hubo cama para ella : verdad que tampoco la tenían Carpia ni su hermana (1). Allí no había otra cama, propiamente hablando, y por lo que hace a la forma, no a la comodidad ni a la limpieza, que un gran catre en un espacio reducidísimo, con luz a la bahía (2), el cual se llamaba sala porque contenía también una mesita de pino, una silla de banizas, un escabel de cabretón y una estampita de San Pedro, pa- trono del Cabildo, pegada con pan mascado a la pared. Carpia dormía sobre un jergón medio podrido, en una alcoba obscura con entrada por el carrejo, y su hermano encima del arcón en que se guardaba todo lo guardable de la casa, desde el pan hasta los zapatos de los domin- gos. A Silda se la acomodó en un rincón que formaba el tabique de la cocina con uno de los del carrejo, es de- cir, al extremo de éste y enfrente de la puerta de la esca- lera, sobre un montón de redes inservibles, y debajo de un


(1) Hijos de Mocejón. (2) De Santander.