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ISONDÚ
Que apunta a los altísimos nevados; Calza su pie la granadera bota
Que a la rodilla da; ciñe en su taco La nazarena de estrellado bronce
Con que pica a su potro en la derrota Del enemigo, cuando le abren claros Las recias cargas del Octavo y Once. Al lado del gigante misionero
Va, conduciendo el militar tesoro, Zenteno, el ascendido tabernero.
Del Estado Aayor gloria y decoro, O'Higgins marcha, en el momento aciago, Para su Chile, que Marcó avasalla,
A despertar el alma de Santiago,
Con la diana triunfal de la batalla. Las Heras va también, el gran Las Heras, Empuje de los choques resonantes, Que rompe cuadros, desbarata hileras, Con su aguerrido pelotón de infantes. A la vanguardia de sus tropas, sigue Soler, el iniciado del Cerrito,
El primero en trepar con osadía
Las empinadas cuestas de granito. Lleva a la grupa de las mulas, Plaza, Para hacerse escuchar, la artillería, Temístocles de trueno y la amenaza. Cramer y Conde, con marcial talante, Guían al Siete, iniciador de acciones; Portus y Freyre, a la legión volante De audaces coraceros y dragones. Mandan a los hercúleos granaderos,
A cuyo galopar tiembla y chispea
La tierra, en polvorosos entreveros,