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120 — Arturo Trailles

El amigo, que volvía sin ser visto, de adentro, se detuvo en el dintel y oyó con asombro exclamar al poeta:

— ¿Qué me preguntáis á mí? Yo soy también una cosa!


* * *

— ¿Cómo lo supo Vd?

La frase debía ser de gran importancia, capaz del beneficio de un consuelo, porque era la quinta vez que le preguntaban:

— ¿Cómo lo supo Vd?

Y Arturo volvía á referir que el intendente del club le había dicho en la escalera del comedor:

— Conque se fué don Mariano!...

Frente á los foto-grabados de la pared del vestíbulo, un señor grave preguntaba á un cincuentón de rostro lampiño.

— Te acuerdas?

— Los tenía en el estudio.

— Hace la friolera de veinte y cinco años.

— ¡Cómo se va el tiempo!

Una racha de aire del jardinito, se coló por la puerta de la galería de cristales. Así se anunciaba todo nuevo visitante que venía á cumplir con los deudos y á fumar un cigarro en la casa del muerto. Pasó por entre los grupos una señora, con ese aire de