El amigo, que volvía sin ser visto, de adentro, se detuvo en el dintel y oyó con asombro exclamar al poeta:
— ¿Qué me preguntáis á mí? Yo soy también una cosa!
— ¿Cómo lo supo Vd?
La frase debía ser de gran importancia, capaz del beneficio de un consuelo, porque era la quinta vez que le preguntaban:
— ¿Cómo lo supo Vd?
Y Arturo volvía á referir que el intendente del club le había dicho en la escalera del comedor:
— Conque se fué don Mariano!...
Frente á los foto-grabados de la pared del vestíbulo, un señor grave preguntaba á un cincuentón de rostro lampiño.
— Te acuerdas?
— Los tenía en el estudio.
— Hace la friolera de veinte y cinco años.
— ¡Cómo se va el tiempo!
Una racha de aire del jardinito, se coló por la puerta de la galería de cristales. Así se anunciaba todo nuevo visitante que venía á cumplir con los deudos y á fumar un cigarro en la casa del muerto. Pasó por entre los grupos una señora, con ese aire de