peligroso, mas el diablo la enreda, y he aquí cómo vino a resultar alarmante. Conservaba Dolores una casa. donde cosía desde tiempo immemorial, y cuya dueña era cuñada del Vicepresidente del Casino de Industriales. la sociedad más floreciente y numerosa de Marineda.
Acababa esta sociedad de organizar una sección de declamación, dirigida por un exactor, y menudeaban en el teatrillo del Casino funciones de aficionados. La parte masculina no estaba del todo mal, ni faltaban aprendices; en cambio las mujeres escaseaban. Al saber las disposiciones dramáticas de Concha, framose en casa del Vicepresidente un pequeño complot; comprometieron a Dolores, que no pudo desenredarse, y su hermana hubo de tomar parte en algunas piececillas.
Nuevo disgusto con el confesor, que censuró agriamente la debilidad de Dolores. Esta, bajando la cabeza, reconoció toda su culpa.
En efecto, con el tal teatro se habla introducido en la existencia de las dos hermanas un elemento de desorden: se trasnochaba, se pasaban las horas muertas discurriendo trajes y adornos; Concha no pensaba más que en estudiar y ensayar su papel; a los ensayos, por supuesto, la acompañialia Dolores, cosida a sus enaguns; con todo, era muy arduo vigilar, en la confusión de entradas y salidas al vesmario y escenario. Prueba de ello fué que ana