Ir al contenido

Página:Cuentos de Marineda - bdh0000109075.pdf/29

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
25
E. Pardo Bazán

tas... No quiero oir sermones por causa anya.

—¿Quieres que me vaya? Corriente—pronunció el con despecho—pero también es mucha ridiculez... Seis meses que somos novios, y aun no hemos podido hablar en paz y en gracia de Dios un cuarto de hora.

Díjolo con tal rabia, que Concha, cediendo u un movimiento compasivo, le llamo.

—Bueno, ven... Pero no hay que contarlo, ¿eh? Silencio.

Siguieron su camino, él satisfecho ya, ella un tanto envanecida, allá en el fondo del almapor llevar de acompañante a su novio, un no.vio de levita que podía confundirse con un señorito. Callaban, preocupados por la misma novedad de la situación, y sin despegar los labios, salieron de la calle Mayor al paseo público, a la sazón desierto. Hacía frio. Los árboles sin hojas y las farolas apagadas se perfilaban sobre el gris ceniza del crepúsculo invernal; un pilluelo pasó corriendo, dando un empujón a Concha, que llamó a su acompañante.

—Ramón! ¿Tú qué tienes?

En efecto, perecía pensativo. Con voz algo dura, contestó: —No tengo nada.

—Nada, y vas alif que pareces un mochue.lo. ¿Después de que te dan gusto, llevas ese gesto?