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Página:Cuentos de Marineda - bdh0000109075.pdf/33

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E. Pardo Bazán

Me dio rabia ver que en el beneficio del mes pasado le echaron una corona monstruo a esa tonta de Rosalía Cañales, y a 1i, porque tenías un papel más corto, te conformaron con un ramito de mala muerte... Y pensé para mi: no, pues como represenie otra vez, no se queda sin corona mi Concha del mar... No me hace gracia que fú salgas deslucida.,. Ahí tienes.

—¡Te lo agradezo... te lo agradezco muchot articuló ella cariñosamente, afirmándose más en el brazo que la sostenia.

El la contempló con ansia, y después miró alrededor. Ni un alma en el jardín.

—¿Concha?

—¿Eh?

¿Me quieres?

—Sí, hombre; sl.

—¿Te enfadas si te pido una cosa?

—¿Qué?

—Dame un beso.

Solló Concha el brazo y se hizo atrás. Pareciale que el rumorcillo de los arbustos y el manso gotear de la fuente eran eco de ia voz de Dolores... Y tapándose la cara con las inanos y retrocediendo, gritó alboroiada: —Eso no... Eso no... Estate quiefo.

—¿No, si no quieres, no... No grites, que pensarán que le maro...

Volvió a ofreceria el brazo, en el cual ella se afirmó con recelo; pero al verte triste y ca