Ir al contenido

Página:Cuentos de Marineda - bdh0000109075.pdf/45

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
41
E. Pardo Bazán

!

alzó los ojos y fijó en el auditorio una mirada tranquila. Distinguió entonces con más claridad la concurrencia, y respiró. De pronto volvió a alterar su serenidad la cara de Ramónque desde las primeras filas de bulacas acechaba una oieada de su novia. Concha apartó la vista y se dedicó a recitar lo mejor posible.

Gormaz, asomando de tiempo en tiempo entre bastidores su cabeza sudorosa, recorría el teatro, fijándose en un palco entresuelo, el único vacío que quedaba ya; después hacía una señal de inteligencia a Concha, aprobando y animando.

El público, sin embargo, no daba más indicio de agradecer los esfuerzos de Concha que, por parte de los hombres, no quitarle los gemelos de encina. En conjunto, se veía que la representación hacía reir disimuladamente a los que no fastidiaba. Dos o tres carcajadas reprimidas habían resonado ya: una aguda y aflauradilla en un palco, otras en las butacas más sonorus. Por mucho que las señoras pro curasen aparentar que se divertfan y prestaban atención, notábanse los bostezos de a cuarta, mal encubiertos por el abanico. Sotto voce, los espectadores se comunicaban sus impresiones de aburrimiento. ¡Las tales funciones de aficionados! ¡Venir a ver lo mismo que se ve en el teatro todos los días, sólo que echado a perder! Luego ¡qué programa tan largo, santo