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Página:Cuentos de Marineda - bdh0000109075.pdf/52

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Cuentos de Marineda

CUENTOS DE MARINED.

La concurrencia vaciló un segundo, y por fin, subyugada y convencida, hizo coro al aplauso, y sordos rumores de aprobación corrieron por las butacas. Se daban unos a otros la noticia: —¿Ha visto V?

—Promete mucho esa niña, ¡vaya!

—Cuando Estrella se entusiasma... ¿eh?

Si habrá conocido actrices Estrella?

—Yo ya lo decía en el primer acto. esa chica vale... No sé cómo no se hicieron tistedes cargo desde el principiu...

—¡Hombre, no nos jeringue V! V. no dijo palabra; vayas v. al canario.Ta, ta, ta, yo no lo dije, porque me hubiesen Vds. comido; aquí todos Vds. son partidarios de la Julia Marqué y de la otra...

Bah, bah! Lo cierto es que no nos habíamos fijado, ni V. ni nadie... ¿Y quién es ella? ¿Una modista?

—Si; mis primas la conocen... Una modistilla, dicen que de buena conducta.

—Eso ya... averigtlelo Vargas.

Ramón se metió entre bastidores enojado y sombrío. ¡Todo el teatro haciendo conversación de su novia! Aquella inesperada ovación le daba a él que pensar. Que en Concha pudicse haber facultades artísticas suficientes para explicar el fenómeno, no se le ocurrió ni un instante: creyó sencillamente que Concha era bonita y los espectadores unos truhanes de