sonas nerviosas pasan de la expansión del placer a la del dolor. Y casi en voz alta, a pesar de que Rosalía Cañales se desnudaba allí a dos pasos con el oído en acecho, afirmó que ya la incommodaban tales majaderías, que ella no había hecho nada de malo, y que si Ramón no la quería así, que la dejase. También era iontería de Dolores disgustarse por eso: probablemente Ramón ya estaría de vuelta para cantar... Y si no, buen viaje...—Así que se hubo desnudado, salió aprisa, y al amparo de un bastidor miró hacia la escena.
El Orfeón se ulineaba ya en semicirculo alrededor del foso, ostentando en el centro su charro estandarte azul bordado de plata, sobre el cual se agrupaban coronas y premios gallados en certámenes, una lira de oro, una flor del mismo metal: el director, grave y solícito.
"ccorría las filas colocando bien a cada orfeoLista: el aspecto era muy satisfactorio: casi lodos vestían, con la desmaña peculiar del obrero, levitas negras y calzaban guantes blancos: no sabiendo cómo colocar los brazos, dejébanlos caer a lo largo del cuerpo, buscan do por instinto un punto de apoyo en la decoración. El telón subió, y a la clara luz de las condilejas y del gas vió Concha que su novio no estaba allí. ¡Valiente caprichoso! ¿Dónde se habría metido? Mientras ella cavilaba sobre el asunto, el Orfeón preludiaba la Barcarola,