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Página:Cuentos de Marineda - bdh0000109075.pdf/66

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Cuentos de Marineda

mento dudar quos la había destinado a la gloria escénica. El, sin embargo, relirado ya y fuera del movimiento teatral hacía tiempo, nunca se hubiese atrevido a tomar sobre sí la responsabilidad de darle tal consejo, ni de dirigirle semejante proposición; pero ahora que el eminente Estrella le daba el encargo... Es irella, sí, señor; Estrella le ofrecía el ajuste de un año de aprendizaje con corto sueldo, comprometiéndose, al cabo del año, a contrararla con decentes honorarios, en calidad de dama joven...

Concha escuchaba, con los redondos labios entreabiertos, jos los brillantes ojos en su interlocutor. Aun no había terminado Gormaz su discurso. cuando Dolores, alzándose del sofá tan impetuosamente que lo hizo crugir, se encaré de pronto con el mensajero, exclamando: Me extraña muchísimo, señor de Corinaz, que nos venga V. con esas proposiciones; V., que nos conoce y sabe que mi hermana es una chica honrada. Aqui no entendemos de eso... Mi hermana no ha nacido para cómica; no, señer.

Lina los horrible, una los de tercer grado impidió a Goraz responder al punto. Sacó ja lengun, y se le amorató desde el colodrillo hasra la nuez. Cuando al tin pudo respirarcon voz todavia estrangulada, declamó: