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Página:Cuentos de Marineda - bdh0000109075.pdf/77

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E. Pardo Bazán

mil disparafes en los mismos talleres y los leen en los periódicos...

La punta de la nariz que Dolores veía al Través de la reja se contrajo con severidad: pero dilatóse al punto, como si la llenase el aura de una idea bienhechora.

—¿Por qué no le encargas al novio que se lo quile de la cabeza? A el de seguro le hará más caso que a ti.

—Señor, por desgraciu, desde ayer están rehidos. Él se marchó del teatro furioso. porque elia salía escotada en el último acto.

¡Bah!... riñas de enamorados, y así por celillos y niñerias, poco suelen durar. En fin...

¿Tú dices que ese chico es hombre de bien?

—¡lesús! Pongo por él la mano en el fuego.

—¿Quiere a tu hermana inucho?

—Se le cae la baba con ella.

—Y... crees que se casará?

—Sólo aguarda a tener fondos con que poner establecimiento por su cuenta, y estos días le of decir que le habian hablado de un comerciante que los facilitará con no sé qué fianza o qué garantia de una firma... ¡Lo que es cusarse... no desea el otra cosa!

—Y... tu hermana..afecto?..le profesa grande —Señor... yo qué sé... Estas chiquillas no conocen su bien... Quererle, sí; pero... no es allá una cosa extraordinaria.