Aquí la sorpresa de Ramón se convirtió en pasmo. Dolores encargaba que le esperasen los dos en casa! ¡Le permitía subir al cuarto de Concha, ella que jamás le consentía pasar del primer framo de la escalera! Como el permiso era grato y cuadraba de todo en todo con los deseos de Ramón, guardóse bien de protestar, y murmuro haciéndose el resignado: —Corriente, Dolores se remangó el traje, apreró el manto y salió del portal. Al poner el pie en la callesintió un escrúpulo de devota, y medio volviendo la cabeza, dijo ai novio: —¡Que haya juicio! Vuelvo en seguida.
Echo a correr, lo mismo que si alguien la apremiase. Tomó por una calle retirada, la es trecha dc San Efrén, y para entretener el tiempo y divertir la impaciencia, metióse en una tienda de zarazas y pañolería, e hizo que la enseñasen todas las variedades de madapolán.
Hagostera y grano de oro, distintas encarnaciones de un solo algodón verdadero. Froió las lelas a ver si tenían poca o mucha cal; revolvió lambién las percalinas para forros, y escogió entre varias docenas de carretes de hilo, todos del mismo número, uno que era idéntico a los restantes. Molió a la lendera pidiéndole agujas de las más finas, y refracándose después, eligió unas medianas. Se quejó del lodo y del agua, y acarició a un chi