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mañana, cuando el centinela de la torre avisó al rey que el guerrero de bronce estaba vuelto hácia la parte de Elvira, y su lanza apuntaba en línea recta al paso de Lope.

«Corre pues, dijo el rey, que los atambores y trompetas toquen inmediatamente al arma, y acuda á la defensa toda Granada.

—Ó rey, dijo el astrólogo, deja descansar á tus guerreros, que no es necesaria la fuerza para librarte de los enemigos. Manda que se retiren tus criados, y subamos solos á la pieza secreta de la torre.»

El anciano Aben-Habuz subió la escalera de la torre, apoyado en el brazo de Ibrahim Eben Abou Agib, que aun era mas viejo, y abriendo la puerta de bronce se entraron ambos en la rotunda, en donde encon-