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paz con su lanza perpendicular, y el buen rey empezaba ya á echar menos la acostumbrada diversion, y á fastidiarse en gran manera de su monótona tranquilidad.

Al fin llegó un dia en que el guerrero mágico giró súbitamente sobre su ege, y puso la lanza en ristre con direccion á los montes de Cádiz. Inmediatamente subió Aben-Habuz á la torre; pero quedó sorprendido al no ver ningun movimiento en el tablero que estaba colocado en la direccion indicada por el talisman: ni uno solo de los pequeños guerreros se movia. Inquieto el rey con esta novedad, envió á los montes una compañía de caballos, con órden de reconocerlos y darle cuenta de lo que descubriesen. Tres dias estuvieron ausentes los soldados, y cuando