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poco de música para descansar y reanimar mi espíritu cuando se halla fatigado por el estudio.

—Basta ya de peticiones para el retiro, dijo el rey encolerizado; esta doncella está destinada á consolar mi vejez en el harem.»

Nuevas pretensiones y nuevos argumentos de parte del astrólogo, solo sirvieron para provocar una negativa mas decisiva de la del monarca; con lo que se separaron llenos uno y otro de despecho. El sábio se encerró en su soledad para digerir allí el desaire; mas antes de retirarse, volvió á decir al rey que no se fiase de la peligrosa cautiva. ¿Pero qué viejo enamorado dió jamas oidos á semejantes consejos? Aben-Habuz soltó las riendas á la pasion que le dominaba, y puso todo su